Embriagada aún por el soplo de alegría y satisfacción
que había sentido esta mañana, después
de calificarla como productiva en mis quehaceres, llegaba a casa, con además mi
pompa habitual de felicidad.
Parecía ser, que mi Príncipe Rana me estaba esperando, casi
no había terminado de girar la llave para entrar en el hogar cuando ya estaba
diciendo algo, no miento, ni exagero si afirmo que literalmente estaba echando
espuma por la boca.
Me ha resultado muy gracioso, y es que, ¿quién no ha estado
de esa guisa alguna vez?
Todos, absolutamente
todos, en alguna ocasión hemos sido absorbidos por ese detestable sentimiento
de rabia que nos hace escupir sapos y culebras, ergo nos nubla el
entendimiento.
Eh, para el carro – le he dicho risueña- vocaliza, que no
hay forma de comprender lo que me tratas de hacer entender- Venga, un minuto y retomamos, yo cuento.
Esto es algo muy friki, pero es mi procedimiento actual ante
cualquier altercado. Un minuto únicamente concentrada en mi respiración y
vuelvo a arrancar. Ni os imagináis el bienestar que aporta.
60,59,58,57,56,55,54,53,52,51,50,49,48,47,46,45,44,43,42,41,40,39,38,37,36,35,34,33,32,31,30,29,28,27,26,25,24,23,22,21,20,19,18,17,16,15,14,13,12,11,10,9,8,7,6,5,4,3,2,1,0
¡¡¡RING!!!
Moly, menudo día, me molesta mucho ese tipo de personas que
no te hacen caso y solo te buscan cuando necesitan algo. De verdad, que no lo
entiendo, y lo más irónico es que cuando tu tratas de localizarlos , a veces ,
no por nada ,sino solo para interesarte por saber como están, no te dedican ni
un mísero momento para ver qué quieres.
Príncipe, esas cosas pasan desde siempre, no puedes obligar
a nadie a que sienta interés por ti- le he dicho para tranquilizarlo un poco.
Si yo no quiero que tenga interés, pero, no sé, que mínimo
que molestarse en ver que quiero, yo siempre estoy ahí cuando esa persona me
busca.- me ha dicho con tono de resignación, su euforia había remitido
bastante.
Quizá no lo haya pensado, es decir, no es consciente de que
a ti eso te puede molestar tanto.- he intentado que entendiera la otra parte-
seguro que tu amigo no lo hace queriendo.
Pero ¿qué puedo hacer yo? Ya he hablado con él varias veces,
y siempre volvemos al mismo punto de partida.- me ha dicho mi Príncipe.
La empatía no falla, Príncipe. Eso sí, ese lo entiendo pero
nunca he pasado por ello, no cuela. La empatía es sentir en tus propias carnes
lo mismo que siente la otra persona- le he contestado.
Ya, pero y ¿cómo hago para que empatice conmigo?- me ha
pedido consejo.
Fácil, haz que se sienta como te sientes tu. Cuando te
busque ,que no te encuentre.- le he dicho.
Uff, es que a mí no me sale ser así, Moly- me ha dicho algo
cabizbajo.
Bueno no pasa nada, tendrás que aprender. Si siempre hacemos
las mismas cosas, siempre obtendremos los mismos resultados, y si ya sabes lo
que tienes que hacer y no lo haces,
entonces estas peor que antes- le he sonreído, y es que, he aunado un par de
frases celebres de Confucio y Einstein.
La verdad que no pierdo nada por intentarlo, aunque yo lo
considero mi amigo, no quiero que esto acabe por concluir nuestra amistad- se
ha preocupado.
Es que no debe de acabar con ella, solamente que lo invites
a pensar. No debes de hablarle enfadado, ni estar guardando rencor. Tu
pacientemente espera a que te busque, se dé cuenta de que no estás, y se pare a
pensar qué es lo que te puede pasar cuando actúas de modo poco habitual en ti.-
le he indicado.
Está bien, Moly, te haré caso- me ha contestado- Ya te
contaré que tal funciona.
Pues seguro que bien, Príncipe, te diré una cosa: las
personas te tratan como tú les permites que lo hagan. – lo he verbalizado casi
sin pensarlo, pues es una de las convicciones más arraigadas en mi persona.
No sé cómo ha sido, pero entre tanta tertulia hemos acabado
en mi habitación, de ipso facto mi Príncipe tenía la boca abierta de par en
par.
Moly, ¿esto qué es?- me ha dicho cuando ha conseguido poder
agilizarla, muy perplejo.
Ah, eso, mi nuevo armario- le he dicho tan normal.
Pero Moly, eso son cuatro hierros, ahí… es muy… ¿raro?- me
ha dicho.
Qué va, es lo mejor del mundo, es muy cómodo, no tienes que
ordenarlo, no tienes que abrir puertas… es simple. Tan simple como la vida
misma- le he contestado.
Mi Príncipe se ha quedado unos segundos intentado tener algo
que objetar pero por lo visto no lo ha conseguido. Porque cuando yo he activado
la música de relajación y me he sentado en el cojín se ha venido a mi vera,
para comenzar nuestra clase de relajación.
Cierto es que hoy le hacía falta, pero cierto es también,
que todos alardeamos de lo simples que somos, que lo fácil que es todo,
teóricamente somos perfectos, y claro, llega la práctica y parece que todo se
nos olvida.
Por poner un ejemplo sencillo, en la práctica, si alguien va
desaliñado, un pantalón de chándal, una americana y tacones diremos que es raro
y que “eso no pega ni con cola”, si tenemos ocasión le miraremos incrédulos y
como es debido, haremos alusión a su extravagante vestimenta. En el caso
teórico ,tan solo hubiésemos dicho que se ponga lo que quiera que aquí todos somos
muy tolerantes, e incluso diremos que es una persona con mucha personalidad.
Así que, antes de irme a cambiar el mundo me estoy dando una
vuelta por mi casa, y aquí sí que estoy simplificando, y no os podéis imaginar
cuanto.
Moly, no hemos bajado la persiana- me ha interrumpido mi
Príncipe en mis pensamientos.
Ups, es verdad, 1,2,3…¿piedra, papel, tijera?-he dicho, y al
instante el había sacado tijera y yo papel.
Te toca- me ha dicho mientras me miraba picaron.
Inevitablemente, otra vez estamos jugando. Así, yo teniendo
que levantarme a bajar la persiana, mi Príncipe que no terminaba de acomodarse
en el cojín, la vecina que ha empezado a mover muebles, un pajarillo se nos ha
acomodado en la ventana y no ha deleitado con su canto… nos hemos sumergido en
nuestro mundo y dejado conquistar por esa sensación de dejar la mente en
blanco.

Comentarios
Publicar un comentario