¿Conciencia? ¡Lo que hagamos en esta vida, tendrá eco en la eternidad!

  
Llegamos a casa y casi no habíamos deshecho maletas cuando ya estábamos correteando por la capital. Después de tres meses y medio fuera de nuestro ámbito era normal. Teníamos muchas personas a las que nos apetecía ver, además de bastantes asuntos burocráticos que dejar resueltos.

Tras dos días resumidos en “un no parar” me tome un tiempo para terminar de organizar mi viaje. En dos días volvía a partir y quería dejarlo todo a punto para disfrutar del tiempo que me quedaba en Murcia.





¾    Príncipe ¿has visto mi cantimplora?- le pregunté.
¾    Sí, la deje yo en la cocina- me dijo.
¾    ¡Menos mal! Pensé que se me había extraviado entre tanta cosa- levante la vista cuando le contesté – Oye, ¿y esa cara?¿estás triste?
¾    No, bueno sí… un poco- acabo confesando.
¾    ¿Y por qué?-  pregunté acercándome a él.
¾    Ya lo sabes… me gustaría ir contigo.- concluyó con voz quebrada.

Habíamos tenido esa conversación días atrás y yo creía que había quedado clara mi posición, además de aceptada por ambas partes pero llegados nuevamente a este punto comprendí que no había sido así.

¾    Príncipe ya te explique los motivos.- dije con tono dulce.
¾    Pero es que no lo entiendo Moly, te he prometido que no te voy a molestar y aún así te niegas a que te acompañe- noté impotencia en su voz.
¾    Pero Príncipe, ya te he dicho que no se trata de ti sino de mí.
¾    Esa es la típica frase que se dice para no dar explicaciones.
¾    A ver, no es eso. No se trata de que me molestes ¡jamás me has molestado!
¾    Pues entonces no lo entiendo. No te molesto, no es que necesites espacio…¿entonces?
¾    Se trata de que hay cosas que uno tiene que hacer solo, Príncipe.
¾    ¿Pero solo por qué?
¾    Ya te lo he explicado. A veces hay que pasar tiempo solo para conocerse, para saber lo que a uno le gusta y lo que no, para saber cómo uno se siente, a quién extraña… valorar aquellas personas que tenemos cerca…

Seguí con mi lista interminable de porqués. Y es que, mi Príncipe Rana es tan terco como yo. No comprendía porque no quería que viniera y a mi se me partía el alma de verlo con ese semblante pero no estaba por la labor de ceder. No era capricho sino necesidad.

¾    Pero si tu puedes hacer lo que quieras y cuándo quieras, ya lo sabes…- continuó.
¾    Aunque pueda hacerlo, tú estás ahí y quieras que no uno ya no piensa igual sabiendo que otra persona también está ahí. No pienso como Marta libremente, sino como Marta con Príncipe ¿entiendes?
¾    No, no lo entiendo. Trato de comprenderte pero no lo consigo- dijo cabizbajo.
¾    Pues vas a tener que poner de tu parte- le dije.
¾    Y tú de la tuya- contestó rápidamente.

Viendo que no avanzábamos comencé agobiarme y como los agobios no son buenos consejeros decidí preparar café. Siempre he defendido que no hay cualquier desaguisado que no se pueda solventar  con un buen café acompañado de una sincera charla

El tiempo no estaba de nuestra parte, chipoteaba en la terraza así que tuvimos que sentarnos en la mesa de la cocina para continuar nuestra charla.

¾    Príncipe, en ocasiones tenemos que cuestionarnos creencias y situaciones para poder crecer como personas, para madurar, para progresar… imagina que nadie jamás hubiese cuestionado que la tierra no fuera plana ¿qué hubiese sido de la humanidad?
¾    Uff, pues no sé Moly…
¾    Pero ¿entiendes a dónde quiero llegar?
¾     Desde esa perspectiva sí, pero es que te voy a echar tanto de menos…
¾    Anda ¿era eso?
¾    Es un poco que te voy a echar de menos y un poco que me sentía rechazado.
-

Este tipo de cuestiones no se suelen quedar resueltas de buenas a primeras, más que nada porque son difíciles de tratar. Una vez que los dos nos habíamos expresado y yo había entendido que mi Príncipe se sentía rechazado y él había comprendido mi necesidad de cuestionar, llevamos la situación con más tranquilidad.

El me prometió que iba a intentar no sentirse mal y disfrutar de los días que me quedaban que estar por la cuidad. Yo a cambio le prometí que iba a estar en contacto con él y que le iría contando cosas del viaje.

¾    ¿Acaso crees que me voy a olvidar de ti? ¡Sí eres lo mejor que me ha pasado en la vida! – le dije acompañando la frase con un fuerte beso de fresa.

Y es que pueda parecer que hay cosas importantes en la vida como los amigos, la familia, el amor, tener medios materiales para hacer todo aquello que deseamos, y un largo etcétera pero nada más importante que tomar conciencia de lo que somos y lo que hacemos. Una vez que hemos adquirido esa habilidad las demás cosas nombradas anteriormente funcionan bien por inercia.

Como dijo Russel Crowe: “Lo que hagamos en esta vida, tendrá eco en la eternidad” 

Comentarios